Soy uno más, quizás también uno de los pocos que ha entrado en acorde consigo mismo tras varios años de esfuerzo y lucha.
Pero sí, aquí estoy, silbando pasito a pasito por mi destino y danzando con aquéllos que me encuentro por el camino.
Este es mi sitio, este es mi rincón, esta es mi filosofía: disfrutar del viaje, disfrutar siempre que se pueda. Lo pienso ahora que estoy silbando una vieja canción celta que me alegra el alma y levanta mi sonrisa sin motivo aparente: un silbido celta hacia la vida, una sonrisa ajena, un buen momento entre palabras que pretenderán arrancarme más motivos con el fin de no olvidar el niño que aún llevo dentro.