Hace unas semanas, y a pesar que el día no acompañaba, realicé una sesión de risoterapia en Barcelona que resultó ser muy especial. Fue la tarde de un viernes lluvioso, a una hora ideal para estar en casa y poder descansar tras una jornada ajetreada. Pero una oportunidad de reír en grupo no sólo es un gran aliciente para librarse de la pereza, sino que hay que aprovecharlo como se merece: con energía y unas buenas carcajadas.
Y lo cierto es que iba con gran expectación, ya que momentos antes, una asistente a ese evento me avisó por teléfono que muy posiblemente no sería una sesión normal, dada alguna que otra peculiaridad que enseguida iba a descubrir. Me encantan las sorpresas de última hora, sobre todo si son capaces de mejorar algo ya existente. En este caso, mejorar más si cabe el presente que íbamos a vivir en unos momentos.
Nada más reunirme con el grupo, observé que todas aquellas personas tenían un cinta en la cabeza, cada una de un color distinto, y sin mucho vacilar, me di cuenta al instante de "la sorpresa" y procedí a presentarme a todas y cada una de las chicas, repartiendo tantos besos y abrazos que me acostumbré a ellos sin motivo, y de buenas a primeras, eso fue decisivo para cogerles cariño.
Porque la peculiaridad en sí, o como así lo llamaban ellas en broma, tenía nombre: Noa, una chica de 32 años con movilidad reducida, dificultad al hablar, y con una sonrisa despampanante que era difícil no encandilarse de ella. Su cinta era de color azul morado, creo recordar. Así que, con todos los honores, estábamos todos dispuestos a vivir un momento realmente mágico.
La sesión de risas estuvo condenada desde el principio a ser muy buena. Esas cosas se ven en cuanto observas la disposición del grupo, su complicidad y la facilidad con la que muestran su alegría. En pocas palabras: el derroche de actitud les delataba.
No me equivoqué. Fue desde el inicio hasta el final, de pe a pa (como se suele decir), cómo unas chicas sobradamente enérgicas, divertidas y muy implicadas, celebraron así, en un día lluvioso e inicialmente poco apetecible, la superación al tumor cerebral de la valiente y muy risueña Noa.
Sin duda, una de las mejores sesiones de Risoterapia, en todos los aspectos, que he realizado durante este año 2018. La guardaré con mucho cariño en el corazón.